Juan Carlos Motta Galé

Mi Alma


Cierto día, desperté desesperado; no sabía si había soñado o si lo vivía realmente.
Era un momento de total incertidumbre.
Lo real, era que había perdido mi Alma…
Me miré al espejo y observé mis acusadoras ojeras, mi pelo revuelto por la desesperación y una sensación de vacío hacía que mi estómago languideciese y no deseara llenarse con ningún alimento. Solo me reclamaba encontrase mi Alma.
Me lo pedían mis temblorosas manos.
Me lo demandaba mi corazón latiendo agitadamente y galopando en su búsqueda.
Comencé entonces hurgando en mi conciencia: No la encontré.
Traté de hallarla entre mis objetos más queridos; mis libros, mis fotos, mis escritos, sin resultado.
Viajé imaginariamente a los lugares que la suerte me deparó conocer, para ver si en alguno de ellos había quedado recalada.
En la bellas playas de Brasil. Tras las nieves chilenas. Perdida,
quizá embelesada por las guarañas paraguayas con sus noches calurosas y estrelladas.
¿En un café de París?¿Vagando por las callejuelas de Roma?
Extasiada tal vez por las coplas andaluzas…
¿No habría quedado tras la cuna de mi nieta, acunando su belleza en la Ciudad de México, luego de mi dolida partida de regreso a esta tierra .?
Fue inútil, mi Alma no se hallaba en ninguno de esos lugares.
Entonces…se iluminó mi Mente y recurrí a mis más recónditos recuerdos.
Y allí estaba, esperando que la fuera a rescatar:
En brazos de mi pasado, jugando con mi niñez.