PORFIRIO MAMANI / PERÚ/ FRANCIA

De: El huerto y el Olvido

Yo no soy otro que yo mismo. No sé si este amanecer me pertenece. Sin cuidado abro la ventana para ver el tiempo que hace afuera. Apenas me siento vivir y continúo, paso a paso hacia donde debe ser posiblemente mi fin o mi destino. Hay un pensamiento que me viene, me posee y me devuelve a la real circunstancia de mis ojos. Palpo mi existencia. La amargura de los días no me cuenta cómo he de saltar, evitar los obstáculos que me esperan. ¿Qué piedra o árbol distinguiré como única señal para encontrarte? Esta sed de tiempo me devora. Estiro mis brazos para alcanzar la rama que me salve y nada. Un día me ausentaré para siempre. Correré hacia los prados, hacia las dunas, hacia los mares. Buscaré el silencio y no lo encontraré. Mirando el alba me perderé en el crepúsculo del tiempo. Me olvidarán las hojas y no me olvidarán las raíces de las hojas. Yo no espero nada, yo no espero a nadie.

Mónica Susawa

LAS MIL Y UNA NOCHES


Regreso al rato, o si no te llamo, o te mando un mail, dices mientras buscas tu ropa y me miras con nerviosismo. Lo que no sabes, amado tonto e inolvidable, es que a partir de ahora tu recuerdo y yo tendremos mil y una noches de lujuria desenfrenada.

Paola Cescón, Argentina

Escoba vieja /

Levanta de manera automática una punta de la alfombra y oculta debajo toda la basura que acumuló. Nota un montículo bastante prominente que podría revelar la mala costumbre. Cuando decide ir a buscar la pala pasa frente a un espejo y descubre otro montículo, también prominente, en su espalda. Olvida la pala. Es demasiado tarde para ciertas limpiezas.

Helios Buira

EL TRASPLANTE *


Había sufrido una miocarditis fulminante.
Lo internaron. En estado grave.
Su única salvación, era un trasplante. Pero el donante, o los donantes, no aparecían.
Los medios masivos de información emprendieron la difusión de la noticia, a la vez que solicitaban la aparición de un donante para salvarle la vida al paciente, que en gravísimo estado, esperaba en un sanatorio el órgano que le permitiera continuar su vida.
Una vida de profesional destacado, que trabajaba todos los días en bien de la comunidad. Claro es, que se advertía que no debería tomarse como motivo discriminatorio para quienes también, como él, esperaban que un donador les permitiese la continuidad de la vida. Él, estaba primero en la lista de altísimo riesgo. Según informan los periodistas a través de los noticieros, son muchas las personas que se encuentran en situación de peligro por su vida y por ello, se realizan campañas para que los ciudadanos tomen conciencia de que donar órganos, salva vidas.
Mientras, él, empeoraba hora tras hora, hasta se llegó a decir que era cuestión de días la posibilidad de salvación, si no aparecía el ansiado donante.
Su esposa, había organizado con un sacerdote amigo de la familia una cadena de oración, pidiéndole a todos los santos que intercedieran ante el Señor para que ese órgano llegase pronto, lo más pronto posible, porque el desenlace final estaba ahí, muy cercano.
Los medios informativos se hicieron eco de la cruzada solidaria, imponiéndole a la noticia cierto dictado conmovedor y los oyentes y televidentes a su vez, comentaban en las calles, en los negocios, en los transportes públicos, que si no aparecía un donante ya, él moriría inexorablemente. Adherían, muchos, a la cadena de invocación. En las iglesias, como también en los templos de distintas religiones, se imploraba por él, para que el donante apareciese pronto. Lo más pronto posible.

Y fue una noche. Desde una provincia lejana, se informó que un órgano partía en un avión privado –un acto solidario de un miembro perteneciente a un Club de Pilotos- con dos médicos que habían participado con el grupo que realizó la ablación para que se pudiese efectuar el ansiado trasplante que ya tenía a casi todo el país en cadena oratoria.
Durante la madrugada él recibió el órgano que, de continuar todo de la manera que se deseaba, le permitiría seguir vivo en el planeta.
Los reporteros esperaban en la puerta del sanatorio para recibir información de cómo se encontraba, de cómo había salido la operación. El Médico Jefe, en una breve e improvisada conferencia de prensa, les comentó que todo había salido bien, sólo que se deberían esperar las horas necesarias para poder hacer un diagnóstico referente a la evolución del paciente, si no había rechazo, cuestiones que la medicina lleva en sí.
Por la mañana, cuando vieron salir a la esposa, luego de una noche de vigilia, los periodistas se abalanzaron micrófono en punta, para hacerle una y mil preguntas acerca de su esposo, de cómo se sentía ella, si estaba feliz, si tenía esperanza y un montón de interrogaciones que suelen hacer los movileros cuando de informar se trata.
Ella agradeció a Dios, a la vez que a la familia del donante. Lágrimas en sus ojos, seguramente de felicidad y también como descarga después de tanto sufrimiento hasta la llegada del órgano bienhechor.
A los pocos días, todo volvió a ser como siempre es en una ciudad cosmopolita, podría decirse, a la normalidad. La vida continúa, las cosas pasan.
Pero una vez que el profesional trasplantado se repuso, comenzó poco a poco a realizar rutinas de rehabilitación, a mejorar día a día, recordando cómo, antes, empeoraba de manera inversamente proporcional.
Al poco tiempo, accedió a que un medio informativo le hiciese un reportaje, queriendo él, contar acerca de su salud, sobre su mejoría y la felicidad que lo embargaba por estar vivo y agregó emocionado: -nuevamente.
Habló de sus días, de sus proyectos, de las ganas que eran una compañía importante sabiendo que había tiempo por venir.
El periodista le preguntó por sus hijos y él dijo que estaban felices, que los veía disfrutar, correr, saltar, jugar sin detenimiento y comentó que para dos niños de 12 y 9 años, era algo muy doloroso y traumático ver al padre en la situación que él había estado.
Y volvió a agradecer a Dios y a la familia del donante.

La noche en que llegó el órgano que salvaría la vida del destacado profesional, en un pueblito pequeño de una provincia argentina, dos niños, en llanto irreparable, le preguntaban a su madre el por qué de la muerte de su padre. La madre, no pudo responderles. Lo hizo una vecina, tratando de mitigar tanto dolor: -Piensen, que el corazón de papá, ahora late en otra persona, como si él estuviese vivo.
Sin consuelo, el mayor de los niños, dijo: -¿Y tenía que morir papá, para que otro viva?

* Tomado de un hecho real.

MONICA LOPEZ BORDÓN, España

EL TRIANGULO DE LA AVENTURA
Vuelvo a sentarme en mi mesa de escribir. En este refugio de madera, con la espalda erguida, con algo de pesadumbre y tristeza en los hombros callados que siempre usé como escudo, como defensa en la distancia y en la cercanía.
Mis manos se escurren por el lomo de un lápiz de colores en los costados y por esta hoja.; por esas pequeñas cosas que en algún momento duelen hasta la entraña.
En esta pléyade de pensamientos asimétricos aparece el diamante en forma de historia: una piedra preciosa, en bruto.
Me desahogo equivocando el orden de las letras: primero la hache y después la “a”. Estornudo. Abrocho la cremallera de la chaqueta y me deslizo. Uno tres aristas invertidas en el orden. Me invento un trapecio. Me olvido de qué dirán cuando lean mis versos. En la aventura se atisba el fulgor de una luz en el cielo, varias estrellas entrelazadas y nuestros cuerpos gozando en paraíso de nadie.




EL ÚLTIMO BAILE
Dijo que se iba. Que esta vez se marchaba a conquistar sus sueños.
Hicieron de aquellos días algo tan inolvidable que el tiempo, les permitía todo: un abrazo lunar y unas manos contorsionadas en el delirio de verse, de estar junto a la orilla del mar viendo, cómo sus pies, de pronto, eran blancos.
Pensaron en pretérito imperfecto una despedida dulce, bella como sus mejillas sonrosadas. Se echaron sobre los hombros el tul de la despedida abierta como flores de primavera. Lloraban mientras el amarillo amanecer se escurría ante sus ojos. Lloraban su último baile al compás deshojado de unas risas. En el margen derecho de la hoja pintaron un corazón. Quisieron escribir de su amor un sol y el cielo azul. Arrancaron un beso, una estrella y bailaron, entre luces, hasta el crepúsculo del adiós.




MI CASA ESTÁ EN EL SUR
Bésame el alma partida, te digo, mientras intento descifrar un pasado aislado y devorado en la herida del vacío. Bordes abiertos sin nombre en las orillas desorbitadas del deseo. Lo inolvidable me hace esperarte cuando te alejas y tu silueta se va desdibujando en el espacio. Balbuceando busco la palabra aguda en un sueño de multitudes. Pienso que quizás mi casa está en el sur como podría estar en el norte o en océano de cualquier punto cardinal del mapa. Deletreo sílabas al viento y los mitos me llevan a Grecia. Busco mi casa en el vértice discontinuo del trapecio, veo a Homero y a Ulises inventando alguna morada.

Dardo Sebastián Dorronzoro

Declaración Jurada

No es solamente la luna ni el rocío ni la luz celeste de los pájaros, puede también ser una alpargata vieja, toda agujereada., toda casi muerta después de andar fábricas, andamios o duros y calientes caminos de noviembre. No, no necesariamente todo lo poético debe ser bello.
Yo he visto horribles chicos grises como la tierra y comiendo tierra. Yo los he visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciado su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre. Porque todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre.
Pues yo soy un poeta que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los que a veces sonríen, a los que a veces sueñan, a los que a veces les crece un fusil en las manos y salen a morir por la vida.
En suma: yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario.
Sobre mi tumba verán florecer un puño.

Francisco Garzón Céspedes

EL FRANCOTIRADOR Y SUS DOS AMORES


El francotirador tenía en el punto de mira el espacio entre sus dos amores. Allá, tan lejos, tan cerca, su madre y la mujer que el francotirador amaba. Les esperaba la muerte. Los torturadores ya habían realizado los ritos previos a la ceremonia de indagación. Su madre y la mujer que él amaba irían muriendo pedazo menos, pedazo menos. A trozos. Y, aún peor, morirían en la vergüenza de suplicar. De humillarse. O de haber traicionado. El francotirador podía liberar a una de las dos mujeres. Matándola. Por toda posesión le quedaba una bala. No contaré yo cuál de los dos cuerpos de mujer estalló en pedazos. Yo lo seguiré contando hasta que alguien sea capaz de contar el final de esta historia. El francotirador tenía en el punto de mira el espacio entre sus dos amores…

Boris Sánchez Elchiver, Chile

TIMIDEZ


Es la tercera vez que voy a la misma librería. Ahí está como siempre ese maldito libro, desafiándome al final de la segunda estantería. Provocándome. Sería cuestión de estirar la mano, tomarlo, caminar con seguridad con él hasta la caja, cancelarlo, colocarlo en una bolsa y ya está. Pero ese título tan revelador e indiscreto: “Como vencer la timidez en diez días”. ¡Qué va pensar la cajera!...y además tan atractiva. Mejor me llevaré un libro sobre los orígenes de las araucarias, mañana.....quizás..tal vez... lo intentaré de nuevo.



ILUSIÓN OPTICA


Después de obtener el primer lugar en una carrera de motocicletas, ser el mejor samurai, haber conquistado la cima del Everest y ganado todas las batallas, Juan, aún no entiende, que tiene que apagar el computador y terminar de hacer el aseo en la oficina donde trabaja como Junior.