Rodolfo Zamora Damonte

Una de las más respetadas y respetable costumbre en este pueblo es el “amasijo”, nombre que se le da al simple hecho de juntarse en la plaza del centro y decirnos las más abominables verdades acerca de nosotros mismos y de los nuestros, por nosotros, por los nuestros y por aquellos. Las respuestas a esas verdades puedan ser más verdades o la más primitiva violencia física.
En cierta ocasión, década del 90 por la mitad, un hombre murió al ser alcanzado por la verdad de que, en realidad, no era padre biológico de ninguno de sus tres hijos. Fue una muerte brutal, una verdadera sacudida de los instintos sociales que merodean cual Mefistófeles durante todo el año y que el día del “amasijo” explotan salvajemente.
En 1998 una mujer renga expresó a su amante, el dueño de la única despensa del pueblo, que su único deseo era verlo muerto y quedarse con todo su sucio dinero. Esa verdad golpeó de lleno en el inmenso abdomen del comerciante pero supo defenderse diciéndole su verdad de “pacotilla”; “Esta bien, mujer de poca belleza y mucha astucia, ¿esa es tu verdad?, pues bien, la mía es que tu eres renga gracias a la golpiza que te di cuando tenías apenas un año de vida, hija mía”.
¡Pero como el “amasijo” del año pasado no ha habido, amigos de la miseria y escoria humana!; nos juntamos todos en la plaza a las tres de la tarde, el calor insoportable, las tres y cinco de la tarde, hombres y mujeres, más de las primeras que de los luego nombrados, el sol cocinando nuestras ideas, una nube solitaria generadora de sombra para unos pocos, las tres y diez de la tarde, doce niños han sido autorizados para decir sus verdades, ya tienen los trece años requeridos para el “debut veritatis”, las tres y quince de la tarde, aún nadie dice una sola verdad, tres y veinte de la tarde, el sudor es altamente nocivo para cualquier esteticista, tres y veinticinco de la tarde, ¡comienza a irse la gente!, yo no atino a decir nada en absoluto, tres y media de la tarde, ¡la plaza comienza a desconcentrarse casi masivamente! , yo no puedo creer lo que sucede, ¡¿es que nadie tiene verdades para decir!?,¿¡yo tampoco?!, tres y cuarenta de la tarde, solo quedamos mi familia y yo, el “amasijo” ha fracasado por primera vez en ciento nueve años, nos vamos, nos fuimos y ahora, hoy por la tarde es la nueva edición, ¿fracasará como el año pasado?,¿acaso ya no quedan verdades por decir?, ¿ni una sola?.