Kafka
No era tan extraño ver a la cucaracha en la cocina. Nunca la pisamos o le pusimos trampas; los venenos y otros químicos jamás pasaron por la casa.
Ella era agradable a la vista, aunque no a la nuestra.
No debió sorprendernos cuando desaparecieron algunos libros de la biblioteca, estábamos acostumbrados a ver agujeros pequeños en algunas orillas del papel, pero una cucaracha devoradora de libros del día a la noche era algo increíble.
Quedamos sobresaltados aquella noche en la que la vimos.
Fuimos a buscarla para poder acabar con sus hurtos, la biblioteca era nuestro terreno. Sabíamos donde se escondía, detrás de la cocina. Abrimos un hueco tratando de no asustarla.
Incrédulos permanecimos al encontrarla con un velador encendido y un sillón de la marca Barbie, ella sentada fumando un cigarrillo, leyendo La Metamorfosis.