Plaza de Cuadernos - Gonzalo Torres, Chile.


Estuve en la plaza de hojas de cuaderno, estaban escritas como árboles que se enredaban en los cordones de mis zapatos y se pegaban como chicle a mis suelas.

Estuve en la plaza de hojas de cuaderno como un msm natural abejas y moscas con alas versos y niños sonriendo con sus rostros bellas sonrisas también estaban los viejos boludos y las señoras torcuatas y nadie era idiota si no que se miraban como que si lo fueran…

Estuve en la plaza de hojas de cuaderno y millones de soles de prosa y limones pepones en un museo imaginario y llueve y las gotas son una gran banda blue que golpea los techos de esta tarde triste…podría ser peor.

Carlos Adalberto Fernández - Buenos Aires, Argentina.



I

¡Vuelo! ¡Vuelo!
El aire le golpeaba el rostro, mientras el pavimento se acercaba vertiginosamente. Justo antes de chocarlo, se acordó. ¡Puta, me olvidé de bajar el tren de aterrizaje!




II

¡Cortala de una vez! ¡Cortala! El verdugo dejó caer la guillotina sobre madame Pompadour.


TESTIGOS - ISSA MARTINEZ LLONGUERAS


Ya es brisa ofreciendo sus pezones de espuma, jadeo de ola que se despliega en la playa, grano de sal entre las dunas de arena…
Nadie asalta ya, con violencias ni mentiras, el profundo misterio de su sexo, no más surcos morados ni costras en los labios…
A su sonrisa no le faltan ya dientes ni zurce nadie su dignidad a puntapiés.
Es cierto, la carne es débil: así lo confirmaron las rocas que recibieron el impacto de su cuerpo.