Ya es brisa ofreciendo sus pezones de espuma, jadeo de ola que se despliega en la playa, grano de sal entre las dunas de arena…
Nadie asalta ya, con violencias ni mentiras, el profundo misterio de su sexo, no más surcos morados ni costras en los labios…
A su sonrisa no le faltan ya dientes ni zurce nadie su dignidad a puntapiés.
Es cierto, la carne es débil: así lo confirmaron las rocas que recibieron el impacto de su cuerpo.
Nadie asalta ya, con violencias ni mentiras, el profundo misterio de su sexo, no más surcos morados ni costras en los labios…
A su sonrisa no le faltan ya dientes ni zurce nadie su dignidad a puntapiés.
Es cierto, la carne es débil: así lo confirmaron las rocas que recibieron el impacto de su cuerpo.