José María Marcos

Sal gruesa


El calor dilataba la tarde en la pampa húmeda.
—Se viene la tormenta —dijo la Tía Jorja, mientras tomábamos mate sentados en los sillones del jardín—, vamos a buscar la sal gruesa.
La imité cuando se incorporó, y caminamos hacia la casa. Ella conocía algunas cuestiones mejor que nadie y sabía escuchar ciertas voces acalladas.
—Soñé con un torbellino y con grandes destrozos —me explicó, al buscar en la alacena el manchado frasco naranja—. Aquí está —dijo cuando al fin tomó el pote que años más tarde alguien tiró en un descuido.
Fuimos hasta el fondo, acompañados por nuestro perro Batuque, y vi cómo formaba una cruz de sal en la tierra y murmuraba oraciones.
Traté de prestar atención a lo que decía, pero sólo oí sus palabras mezclarse y dialogar con el viento.
A la madrugada, me asomé por la ventana de mi habitación y pude contemplar el ardor contenido de la noche. Mis padres dormían. A lo lejos se veían refucilos, pero no llovía.
La Tía Jorja murió pocos años después, y desde entonces sospecho que, quizá, el pasado sea apenas una melancólica invención.
Hoy siento placer al visitar parajes deshabitados. Sin testigos, arrojo sal gruesa con esperanza.
A veces creo percibir a los dioses, en una brisa o en el movimiento de los árboles, y sonrío.
Todavía no logro descifrar sus señales. Pero confío en que la vieja sabiduría siempre está ahí para ser descubierta. Para revelarse. Al acecho.

Daniel Freidemberg

¿CUÁNTOS VAN A LEER EL POEMA QUE UNO ESTÁ ESCRIBIENDO?...



¿Cuántos van a leer el poema que uno está escribiendo? ¿Qué alcance podrá tener en la sociedad, en la cultura o la historia? Quién sabe, y en todo caso no es de eso de lo que se trata. Siempre se trató de otra cosa: de que alguien alguna vez va a leerlo, de que eso que escribiste, el poema, va a estar ahí, para que alguien lo lea, y que alguien lo lea ya es mucho, si son más de uno, o muchos más de uno, mejor. A alguien, alguna vez, va a pasarle algo porque eso que pudiste conformar está ahí, a su alcance. Y de otra cosa también se trata, y tal vez sea la que más importa: hiciste un poema, algo que merece llamarse “poema”, pudiste hacerlo, y saber que pudiste nunca será poca cosa. Algo, un conjunto de palabras puesto de cierto modo, que no tenía por qué existir, ni su razón de estar en el mundo era previsible antes de que lo hicieras, fue hecho, por tu mano, está ahí.
Pero, ¿para qué va a escribir uno poesía si no creyera que la experiencia que propone su poema va a alterar en algún punto el orden del mundo, va a hacer ver de otro modo, aunque sea un poco, las cosas, incluido lo que pueda cada uno ver de sí? ¿Para qué lo va a hacer si no espera que de algún modo vaya a agrietar o descolocar o poner en crisis el relato que establece los sentidos que tienen las cosas en el universo, y el de estar uno mismo en el universo, o ante sí?

(publicado en el blog Aromito de José María Pallaoro)

HÉCTOR COBAS

LUGAR MISTERIOSO




Toda historia tiene un inicio, que muchas veces no sabemos muy bien donde se origina. Son las circunstancias las que nos llevan a crearlas y también las motivaciones con las cuales nos inspiramos para que un acontecimiento no pase desapercibido y sirva de base para que acapare nuestra atención. Eso sucedió con una imagen que ocasionalmente apareció en mi máquina fotográfica digital. Había recorrido la zona rural que bordea mi ciudad, cuyo nombre no tiene importancia, porque puede ser cualquier ciudad de cualquier provincia. El hecho es que salió como de la nada y sin proponérmelo floreció ante mi vista, una construcción de material con una abertura sin puerta en cuyo interior se podía visualizar un televisor con la pantalla iluminada, tal vez mostrando alguna imagen indefinida pero que no se podía precisar qué representaba. Lo extraño del caso era que no se observaba ningún espectador y todo el entorno mostraba una tristeza solitaria, sin que se notara la presencia de algún ser viviente. Como la fotografía despertó mi curiosidad, traté de recorrer mentalmente los sitios que había visitado y regresar al lugar donde presuntamente se sacó ese retrato.
Así que subí a mi auto y empecé a recorrer las zonas donde me pareció, que lograría ubicar esa edificación que tanto había despertado mi interés. Luego de andar por distintos caminos, de improviso surgió ante mí una casona como la mostrada en mi cámara de fotos. Así que descendí del auto y comencé a recorrerla observando que todo se conservaba en la misma disposición de la estampa. Era una construcción redondeada, con una abertura sin puerta y se podía ver su interior, que no era muy espacioso, una mesa en la cual se encontraba un televisor encendido, y nadie veía la pantalla. Recorrí los lugares lindantes al inmueble pero sin resultado alguno. No pude encontrar a ninguna persona o ser viviente que pudieran ser una pista de que ese lugar estaba habitado. Me quedé un largo tiempo esperando ver aparecer a alguien, pero sin ningún resultado positivo. Lo extraño del caso resultó que posteriormente me enteré por comentarios de otras personas, que ocasionalmente llegaron a mis oídos, que un extraño personaje había vivido allí, por un corto tiempo, y que un buen día desapareció sin dejar ninguna huella, dejando abandonado el televisor encendido, que fue la única prenda que había quedado de su paso por ese lugar. Y a partir de este momento los relatos sobre la motivación que llevó al morador el haber tomado esa decisión, se tornan contradictorios, y entran en el terreno de la interpretación antojadiza del narrador de turno. Algunos comentaban que mientras estuvo en ese sitio, vieron sólo a un ocupante, y cuya única actividad conocida era mirar televisión, sentado en un sillón que ahora también había desaparecido. Luego las historias toman diversos cursos explicativos; alguna muy fantasiosa, como la que relató un creyente en los platillos volantes, contando que había observado que cierta noche descendió un extraño aparato no identificado y que lo abdujo hacia la nave, y que posiblemente fue llevado a otro mundo. Otro relato más realista, manifestaba que se había volatilizado porque tenía cuantiosas deudas y que cercado por los acreedores, prefirió huir del lugar. Otros le atribuían causas psicológicas y que el individuo había abandonado el trabajo, y sumido en una profunda depresión, se instaló a mirar televisión hasta que las circunstancias lo impulsaron a alejarse sin dejar ningún rastro de cuál sería su nuevo destino. Lo cierto que el lugar quedo abandonado, con el televisor expuesto a la vista de quien pasara por allí; y nadie tuvo la valentía de llevárselo, pues se había corrido la voz, que estaba maldito y que podía sumir en tremendas desgracias a quien resolviera adueñarse del aparato. Pero lo significativo, quedando como residuo de reflexión, que cualquier acontecimiento por insignificante que sea, motiva para construir una historia que tal vez pertenezca simplemente a los espejismos mentales de la curiosidad humana.

Lgdeantonio

[Cartas en blanco y negro](1)


-Noches de blanco satén, cuerpos solitarios como candelabros, besos tan amargos como macabros…
-Alcobas sin visillos, canas de ladrillos, amores que matan, la soledad que amamantan…
-Encuentros a la luz de una vela, orgasmos sin fiesta por la escalera, aromas de la piel amarga como la hiel…
-De tus besos…los míos, de los míos… tus lágrimas, pasos a la carrera de una vacía cartera, resecas la boca, por un amor que desespera…
-La noche cierra el día, día perdido esperando la luz, luz de tus ojos que iluminan, la noche que cierra…
-Amor mío, donde viviré la noche..? donde descansare por el día..? Amor mío…que dura y cruel, esta vida y sus noches, sin tus alegrías y tus reproches… Amor mío.




[Cartas en blanco y negro](2)


-Fina como la lluvia de la niebla, suave como la espuma y dulce cual nata y miel.
-Recorro tu piel con la mirada desde tu pelo... por tu espalda siembro mis besos, y en tus nalgas descanso mis deseos.
-Gotas de sudor y vapor…las que bebo y por las que me embriago de tu candor, caliente mi ardor…ardiente tu secreto, pasión entre muslos, tus piernas y mis manos bailan al compás de nuestro amor.
-Mis manos por tus mejillas, beso las cortinas de tu mirada, tu aliento sosiega mi corazón, tu corazón acelera mi pasión, de tu boca a la mía…fina como la lluvia y densa niebla.
-Tus manos abrazan mi ser, tus pechos acarician mi espectro de vejez, pezones que rezuman salvia de aliento y sosiego…de tu pecho recorro el camino hacia mi perdición.
-Dentro del laberinto de tu placer de mujer… dentro me pierdo, perezco y reviento, la sangre por mis venas, a raudales te llena de vida y me reseca la mía…¡que polvo! Mis ojos ciegos por la arena de tus tormentas.
-Regalo de gotas y espuma por la pile de ti… mi amada; beso y suspiro por cada poro de tu continente, desde las plantas de tu figura, me elevo hasta la razón de tu mesura, inteligencia sensual de una única mujer…de cualquier hembra y ser.
-Te abrazo…nos abrazamos; suspiros sin aliento en nuestras bocas, lágrimas de deseo en nuestros sexos…nuestros?, el tuyo y el mío, cobardes y a la vez aventureros; amantes y a la vez pendencieros.
-Entre la fina lluvia y la suave espuma…te conocí, te amé, te poseí…y al salir me siento morir…pues bajo la ducha, solo estaba yo y la espuma.



[Cartas en blanco y negro)-(3)


-Tu figura persigo a través de mis oídos, tu perfume a piel de hembra mujer…atora mis pupilas; persigo una sombra, cada día en el umbral del amanecer.
-Paso las horas, el día eterno como el Universo paterno, descanso mis huesos, más no puedo relajar mis deseos…tu figura, tu perfume… tú!!!
-Retomo el solaz de la noche, entro en mi soledad al cruzar el porche. Mansión y castillo es mi chabola, habitación sin miedo…pero también sin sosiego.
-Tus pasos por las escaleras, me vuelvo y revuelvo…no te encuentro; más te siento y lo que es peor…te añoro! Más aun no te conozco. Figura, pasos, perfume…
-Noches y días, luces y sombras. Cada año una efemérides, cada regalo una lagrima. Ser o no existir! Donde estas…Amor mío? Las flores se marchitan, en la tumba de tu recuerdo.

HUGO PATUTO

Febrero 20, 2011


Uno tiene frente a sí las armas del pasado (algunos versos de John Donne, una pintura de Chagall, el hambre de la noche en el pueblo, una sinfonía de Beethoven, solo por citar) y sospecha que la victoria sobre los pasos de la muerte ha sido una canción, un trazo abismal en el empeño de la sangre.
¿Y qué fue de la sombra laboriosa, otro perfil compuesto en el detrás de escena del vivir con los demás? ¿Y del gusano de la vergüenza, herido y resucitado? ¿Y del amor que nunca olvida el perfume doloroso al abandonar el muelle?
Con las armas del pasado no hay luna de suicida, ni mensaje al borde mismo de la locura; simplemente aquel guiño donde mojar los labios permanece.

Pascual Marrazzo

Flor y truco


Hagamos una manito y desbarajemos el juego de nuestro amor para entrar en el truco de los enamorados. Donde las cartas bravas no tengan valor y las que se jueguen, sean solamente caricias. Barajemos la noche con gajos de mandarina, usemos las cáscaras como ceniceros, las semillas para tantear y el zumo para pintar tus labios de agridulce. Mezclemos bien cada una de las partes de tu cuerpo y el mío, para enredarnos en el mazo nuevo de las sábanas verdes. Demos de abajo, despacito, hagamos relumbrar el siete de oro de entrada para que salte el As de espada; nada de hacernos la sota y orejeando, orejeando, hasta que asome, no dejemos de palpitar una flor.

HÉCTOR COBAS

LA VIDA SENCILLA



¿Convocar al pensamiento para introducirnos en la poesía de Octavio Paz? Camino sinuoso pero transitable buscando un lenguaje para penetrar en la esencia de lo indeterminado. El hombre definido como Ser-ahí, arrojado al mundo, buscando echar anclas en fundamentos ahora perdidos e imposibles de rescatar; embarcados en vanos retornos con un pensar lógico y abstracto de un intelecto que ha perdido contacto con la vida y que sólo se refugia simplemente en un fundar la ciencia. Al rescate del sentido de la existencia, sólo acude la inspiración poética, que facilita los retornos a un lenguaje que descubra el misterio del ser o bien lo mantenga oculto en un decir sin fundamentos. Octavio Paz nos pone en contacto directo con el esencia del ser manifestado en un ente especial que es el hombre, solidificado en cuerpo-espíritu que se repone del trabajo de un quehacer esforzado en un mundo que construye sudoroso con sus manos , devolviendo el pleno significado a la palabra de “llamar al pan” pan y que éste “aparezca sobre el mantel” como siendo la culminación de un proceso de trigo triturado en la molienda, que se convierte en hogaza para alimentar al cuerpo y que le permite transformar la vida en canto y, “beber en la embriaguez y asir la vida” sumergiéndose en un baile rítmico en un mundo donde reine la armonía de una natural alegría y de poder “tocar la mano de un desconocido” sin que se interponga el puño crispado para golpear, sino que se perciba la mano extendida para sujetar al ser atormentado por un amargo simulacro de vida, hundida las más de las veces en una nada sin un futuro esperanzador. Octavio Paz, sólo nos pone ante un decir poético que nos señala un camino para recobrar un modo de ser sencillo y que en lo simple, descubramos el fundamento de una vida plena en una proximidad del ser, que se realiza en forma permanente en las cosas más cercanas, traducidos en significados de un lenguaje que nos devuelva lo auténtico del verdadero sentido del vivir, haciendo realidad aquello que alguien dijo como una verdad que viene de lo oculto del ser “lo que dura lo fundan los poetas”

Sonia G. Figueras

LÓGICA


Venía arrebolada, cargada de apuntes y libros. Se sentó a la mesa del bar junto a la vidriera. Había rendido un parcial. Le costó mucho preparar Lógica a pesar de ser una de sus materias preferidas. Apasionada por el razonamiento, Aristóteles con su Organon y su lógica tradicional era su libro de cabecera. Le atrapaba la estructura del conocimiento intelectual. Siempre fundamentaba la matemática aún para resolver pequeñas dudas o problemas y luego actuaba. No se manejaba por impulsos. Primaba en ella el juicio, el razonamiento y se atenía a las deducciones.
Detenida en las preguntas y respuestas dadas en el tema que le había tocado, se quedó mirando a la calle, y el Obelisco parecía hablarle desde su altura, el ruido de las gentes que pululaban por la calle Corrientes aplaudían su logro y los ruidos estridentes de las tazas de la barra eran la clack perfecta. El brillo de las luces y los caireles de las arañas que pendían del techo cantaban en un tintineo sin fin para el festejo.
Había risas que se adueñaban del ambiente y hubiera querido bailar ¿bailar?, sí con esa sensualidad innata en ella, orlada de hechizos con áureas guirnaldas prendidas en su pelo como solía hacerlo frente al espejo, ella, la soñadora de la lógica.

Un calor suave bajó, luego la invadió con ardor. Abrasada, deslumbrada en un sortilegio que no se rompió, en medio, hizo balances, facturas que fluctuaban en su orbe ancestral. De ahí en más, recordó con nostalgia su figura, la estampa del joven, del hombre en ese amor diluido, ese amor difuso, desatado. Vino a su boca el gusto de un dulzor y el miedo a perder lo descubierto en un único minuto. Ese día creyó verlo sucumbir ante el beso inesperado y con ansias locas de revivir aquel instante preciso, vital, del sentimiento puro, con dolor y tristeza prendidos en los ojos cuajados, húmedos de rocío, oscuros, no logró definir si quería que ese único minuto durara un tiempo eterno o no.

Se miró en el cristal de la vidriera y lo encontró nublado. Con ligereza pasó una servilleta de papel para limpiarlo. Descubrió una boca amplia y una mirada de amor que le sonreían.
Se olvidó de su amada Lógica y corrió a abrazarlo.