LA PERDIDA, SAMUEL "LITO" LIJOVITZKY - Israel

Arrugaba entre sus manos la carta que minutos antes había retirado del correo.
Abrió el sobre con mucha ansiedad. Leyó lo escrito. Se le nublaron los ojos por las lágrimas.
La gente pasaba apurada a su lado, sin tener en cuenta su estado emocional.
Tenía dos palabras grabadas en su retina: LO SIENTO.
No podía creer que se haya ido de su vida. Sin el su vida ya no era la misma.
Sentía pena y angustia. Una y otra vez se lo repetía a si misma: "no es cierto, no puede ser, el va estar allí esperándome cuando regrese a casa"
Preparó la maleta, reservó un pasaje para el próximo vuelo, se dirigió hacia el aeropuerto.
Horas después abría la puerta de su casa, todo estaba sumido en un profundo silencio.
Sin pasos, sin ruidos, sin nada.
Recorrió todas las habitaciones buscándolo en vano.
Al no encontrarlo, cayó abatida sobre el sofá.
Sobre la mesa pequeña había un retrato, allí estaba su foto. Las lágrimas le brotaron al instante, apretó muy fuerte contra su pecho el marco.
Pobre Bobby, pensó, dieciséis años juntos.
Su más fiel compañero.
Lo había recibido de regalo del que fuera su esposo, en el día de su cumpleaños.
Lo crió. Lo cuidó con mucho esmero. Hoy ya no está junto a ella. A él también lo perdió.
El veterinario no le había dado ninguna esperanza de poder salvarlo de la enfermedad que lo acuciaba.
En ese momento, escuchó el timbre de la puerta de calle.
Al abrir vio a dos niños que llevaban en sus manos dos cachorros de color café
- Señora, nos quiere comprar usted uno?