Pascual Marrazzo

El cuerpo desnudo

Me encuentro con una mujer desnuda y mis ojos le hacen un telón a la poesía. Se regocijan en sus pechos redondos, en su cabellera rubia y en las dos cañas altas de muslos impresionables.
Me detengo y quiero descorrer el telón, pero mi vista vuelve al paseo sublime de un pubis semi escondido, henchido debajo del ombligo.
Bajo la vista avergonzado y descubro el dedo amartillado de su pie. Me molesta entrar en detalles y me atrapan sus manos, sus dedos delicados y extremadamente largos. Reparo en el pezón arremangado de su seno derecho y del otro, que apenas se asoma. La marca de la vacuna en el antebrazo, casi en su hombro, como una moneda de oro...
Cuánto tiempo necesitaré para poder correr esa pesada cortina, en cuántos detalles más tendré que detenerme. No es de esta forma que pueda llegar mi inspiración, si estuviese vestida, yo la desnudaría con mis versos.
Una última mirada al sensual pliegue de su axila y me atrevo, por primera vez, a mirar sus ojos. Ahora sí, con su misma luz se descorre el telón y se desatan mis poesías.