Estás loca, Ana. Desvariás, Delirás. Ya no te puedo cuidar. Estosseñores de blanco se van a ocupar de todo. No llores, nos veremostodos los domingos. Chau.Ana siguió con la mirada a Juan, luego a la ambulancia que se lollevaba. Reprimió un sollozo, y siguió limpiando la casa.