Ella me tomó de la mano y me arrastró con su huida. Me hizo girar por calles, pasajes y avenidas. Me hizo chocar con personas sin siquiera mirar atrás. Corrimos sin decir una palabra. Fue hermoso. Romántico. Pero me agotó con su energía. Entonces, en el callejón más oscuro del lugar, se detuvo para besarme y decirme emocionada: “Es la primera vez que robo” Y recordé por qué corríamos.
http://tierragramas.blogspot.com/2006/11/microcuentos.html
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