Silvia Patón

Escena infantil


Puso la cesta sobre la mesa, y el niño la miró con curiosidad insana, apoyándose en una de las sillas de enea.
-¿Qué es, qué es?- preguntó intentando divisar lo que la cesta contenía.
-Ya lo verás- respondió la madre paciente.
El niño metió la mano en el interior de aquel objeto de mimbre; la madre lo observó y quedó expectante unos segundos.
-No hay nada. ¿Lo ves?
El niño frunció el entrecejo sacando la mano: estaba decepcionado.
-Es una caja- sentenció con un gesto de desprecio.
Sonriendo, la madre desveló su duda. Sacó la caja de cartón y la puso sobre la mesa. Inmediatamente después, la abrió y le entregó su contenido a aquel pillastre de ocho años.
-¡Un libro!- exclamó sorprendido a la vez que entusiasmado por su descubrimiento.
Efectivamente, era un libro, un libro de cuentos maravillosos y únicos.
El rostro de aquel muchacho se llenó de ilusión mientras sus mofletes se coloreaban de un rojo amapola indefinible. Tomó el volumen y corrió a leerlo en la soledad de su cuarto.