Sebastián Olaso,

Catálogo de errores XV



Es que son otros los protagonistas. Los otros. Cientos de otros que toman las riendas, colocan la carpa, venden los boletos, domestican las fieras, atraen al público. Cientos de miles de otros que hacen malabares, cruzan el aro de fuego, dominan la cuerda floja, reciben aplausos. Cientos de miles de millones de otros. Cientos de miles de millones que te dan la espalda. Cientos de miles de millones de ausentes. Todos hacen, pueden, crecen, avanzan, construyen, triunfan, revelan. Y mientras tanto, vos estás ahí, en un rincón que no parece ser parte de ninguna parte. Ahí. En la búsqueda de, en la resistencia contra, revolviendo entre, jugando a, luchando por. Cientos de miles de millones de cadáveres, de cuerpos, de embriones, de fantasmas, de historias y de mapas te aniquilan. Te arrinconan. Te sacan de la escena. Entonces la escena se vuelve incomprensible, inenarrable, irremontable, irremediable, indestructible, incómoda. Ya no hay ni intimidad ni intimación. Sólo un agujero en el mundo por donde cae todo menos el deseo. Todo menos los otros, todo menos los protagonistas, menos la escena, las fieras, la carpa, el público. Un agujero en el mundo por donde no cae casi nada. Por donde sólo cae el todo del deseo que hay en vos. Un deseo sólo tuyo que sólo desea un escenario sin tu escena.