Héctor Cobas, Miramar

EL ASCENSO


El término “ascenso” indica un estado de subida, de alcanzar una meta más alta o elevada. Es muy usada en el lenguaje cotidiano, pero también en otras disciplinas como es la sociología que nos habla por ejemplo del ascenso social de ciertos sectores de la población que acceden a otros planos de mayores beneficios. Del mismo modo es utilizado por la ética cuando nos habla de alcanzar niveles superiores de modelos que realcen al ser humano y lo dignifiquen. También es usado en teología cuando se nos habla del ascenso de Cristo a los cielos. De manera similar es usado en metafísica, principalmente en la actitud del pensador que debe elevarse en el plano del conocimiento y lograr asir los paradigmas que en la filosofía platónica se encuentran en la dimensión superior del topo uranos y permiten acceder al pensador a la potestad de la verdad. Pero lo importante es encontrar en este vocablo la interpretación que está ligada con la noción de escalar, trepar y también de crecimiento para alcanzar alturas que sólo se disponen y se experimentan en los planos psicológicos y/o anímicos. Asimismo, y para una mayor comprensión tendríamos que contraponerlo con su antagónico que es descender y que implica el estar en un plano y encontrarse en otro inferior. Pero lo importante que tanto el ascender como descender siempre implica un grado de conflicto y ligado inevitablemente con el estado de ánimo y es enunciado en el decir simbólico de la palabra originaria que guarda relación esencial con el modo de ser existente, que somos nosotros mismos y que un pensador como Heidegger lo define como el Dasein, traducido al español como Ser ahí. Ese Ser que tiene como condición la de “ser o estar en el mundo” y que experimenta en su ser ese estado que lo dispone como pasajero efímero en un tiempo que se le da y que se hace manifiesto como proyecto. Así definido el ser humano es interpretado desde la ontología que sirve de base o fundamento para ir constituyendo las distintas disciplinas que son las manifestaciones de la cultura que compendian las expresiones religiosas, científicas , el arte y la filosofía en general ; haciéndose extensibles para interpretar la cotidianidad con la consabida vulnerabilidad que sufrimos en cuanto seres con proyectos , insertos en acontecimientos que se nos revelan en nuestro ser como enigmas a desentrañar, y que experimentamos como circunstancias meramente personales, pero que son en verdad, expresiones del ser concebidos como eventos moldeados desde el ámbito de nuestra libertad. Sobre estos errantes caminos, los pensadores y poetas pretenden mantener vigentes, a través de la palabra, las más de las veces vagamente comprendidas, ese último residuo del misterio del ser; sostenidos desde lo oculto en una cultura aparentemente desmitificadora como la que se nos revela en la actualidad.