Eduardo Mancilla, Rosario, Argentina

Crimen pasional.

Ella lo vio, le clavó los ojos y el murió de amor a primera vista.



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Confesión del alcohólico anónimo.

El trago me acompaño hacia él, estaba armado, me apuntó, al mismo tiempo hice lo mismo, cerré los ojos y comencé a disparar hasta que el tambor quedó vacío y girando, mientras el humo de pólvora invadía el momento. Él debió haber muerto, yo quedé mutilado por las esquirlas del espejo.

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Los espermatozoides


El banquete del aprendizaje estaba listo para ser devorado por los ingenuos que, desprendiéndose uno a uno de la selva de lo desconocido, no tardarían en sufrir la primer y única lección: el orgasmo.