HÉCTOR COBAS, Argentina

EXPERIENCIAS SENSORIALES
El libro La Ciencia de la Lógica de Hegel, se deslizó suavemente sobre el muelle sofá que estaba a su lado. Tenía la vista cansada y sus párpados se cerraron por breves momentos para descansar un poco, luego de haber leído durante varias horas. Se paró y se asomó a una de las ventanas que daban frente a una playa con amarillas arenas cercada por grandes arbustos y que hacía un tiempo constituían su refugio del mundo. Respiró profundamente y trató de relajar su cuerpo todavía tenso de las largas horas que había insumido en la lectura de Hegel. Casi sin proponérselo una mirada sin límites trató de atrapar el mar, que tenía ante sí y que penetraba en su retina en forma de una imagen teñida de intenso azul y espumas aún amarillentas, que capturaban el mortecino sol del atardecer. Ello llamó poderosamente su atención, y su actitud varió, cuando comprobó la modificación que esa experiencia sensorial había provocado en su interior. Y ese fue el comienzo de su despertar, ahora compuesto de imágenes sonoras, de caricias imaginadas en su piel que envolvían las turbulentas aguas de las olas y esa enorme alegría de comprobar que ese instante descubierto en su conciencia estaba poblado de vida, donde danzaban un sinnúmero de sensaciones que como duendes iban devorando los conceptos abstractos de una lógica que trataba de descifrar al mundo, pero que se había olvidado de aquello más inmediato que nos regala la intuición sensible. Y advirtió en un momento la importancia de la luz que permitía ver los contornos sensibles de las cosas y que se adherían a las imágenes para poblar la interioridad de un cuerpo que las atrapaba y resplandecía de goce a sus suaves contactos. A partir de ese instante las observaciones del mundo fueron otras.