HÉCTOR COBAS

LUGAR MISTERIOSO




Toda historia tiene un inicio, que muchas veces no sabemos muy bien donde se origina. Son las circunstancias las que nos llevan a crearlas y también las motivaciones con las cuales nos inspiramos para que un acontecimiento no pase desapercibido y sirva de base para que acapare nuestra atención. Eso sucedió con una imagen que ocasionalmente apareció en mi máquina fotográfica digital. Había recorrido la zona rural que bordea mi ciudad, cuyo nombre no tiene importancia, porque puede ser cualquier ciudad de cualquier provincia. El hecho es que salió como de la nada y sin proponérmelo floreció ante mi vista, una construcción de material con una abertura sin puerta en cuyo interior se podía visualizar un televisor con la pantalla iluminada, tal vez mostrando alguna imagen indefinida pero que no se podía precisar qué representaba. Lo extraño del caso era que no se observaba ningún espectador y todo el entorno mostraba una tristeza solitaria, sin que se notara la presencia de algún ser viviente. Como la fotografía despertó mi curiosidad, traté de recorrer mentalmente los sitios que había visitado y regresar al lugar donde presuntamente se sacó ese retrato.
Así que subí a mi auto y empecé a recorrer las zonas donde me pareció, que lograría ubicar esa edificación que tanto había despertado mi interés. Luego de andar por distintos caminos, de improviso surgió ante mí una casona como la mostrada en mi cámara de fotos. Así que descendí del auto y comencé a recorrerla observando que todo se conservaba en la misma disposición de la estampa. Era una construcción redondeada, con una abertura sin puerta y se podía ver su interior, que no era muy espacioso, una mesa en la cual se encontraba un televisor encendido, y nadie veía la pantalla. Recorrí los lugares lindantes al inmueble pero sin resultado alguno. No pude encontrar a ninguna persona o ser viviente que pudieran ser una pista de que ese lugar estaba habitado. Me quedé un largo tiempo esperando ver aparecer a alguien, pero sin ningún resultado positivo. Lo extraño del caso resultó que posteriormente me enteré por comentarios de otras personas, que ocasionalmente llegaron a mis oídos, que un extraño personaje había vivido allí, por un corto tiempo, y que un buen día desapareció sin dejar ninguna huella, dejando abandonado el televisor encendido, que fue la única prenda que había quedado de su paso por ese lugar. Y a partir de este momento los relatos sobre la motivación que llevó al morador el haber tomado esa decisión, se tornan contradictorios, y entran en el terreno de la interpretación antojadiza del narrador de turno. Algunos comentaban que mientras estuvo en ese sitio, vieron sólo a un ocupante, y cuya única actividad conocida era mirar televisión, sentado en un sillón que ahora también había desaparecido. Luego las historias toman diversos cursos explicativos; alguna muy fantasiosa, como la que relató un creyente en los platillos volantes, contando que había observado que cierta noche descendió un extraño aparato no identificado y que lo abdujo hacia la nave, y que posiblemente fue llevado a otro mundo. Otro relato más realista, manifestaba que se había volatilizado porque tenía cuantiosas deudas y que cercado por los acreedores, prefirió huir del lugar. Otros le atribuían causas psicológicas y que el individuo había abandonado el trabajo, y sumido en una profunda depresión, se instaló a mirar televisión hasta que las circunstancias lo impulsaron a alejarse sin dejar ningún rastro de cuál sería su nuevo destino. Lo cierto que el lugar quedo abandonado, con el televisor expuesto a la vista de quien pasara por allí; y nadie tuvo la valentía de llevárselo, pues se había corrido la voz, que estaba maldito y que podía sumir en tremendas desgracias a quien resolviera adueñarse del aparato. Pero lo significativo, quedando como residuo de reflexión, que cualquier acontecimiento por insignificante que sea, motiva para construir una historia que tal vez pertenezca simplemente a los espejismos mentales de la curiosidad humana.