Amor al primer mordisco - Norbert Fernández Lauretta, San Luis, Argentina

Dice Elsa Schiaparelli que “un buen cocinero es como una hechicera que sirve felicidad”.
Cocinar es magia, y, además, arte. Desconocerlo es fracasar en el intento. Debe emprenderse con abandono o no emprenderse en absoluto. Es como hacer el amor.

Véanlo así: Una buena comida requiere cómo mínimo una hora de cocción. De ahí en más, depende de los recursos y del apetito que se tenga. De lo contrario no sirve, no se digiere bien, uno se enferma y siente acidez. Se acabó el amor…

… el amor de gozar inteligentemente –como enseñara Epicuro- del placer sensual, exquisito, de la buena mesa; que es una manera de cultivar el espíritu, de practicar la virtud.
A veces es recomendable cierto ayuno previo, o un par de días a dieta.

Para mí lo mejor es cocinar sin recetas. Ser creativo y generoso con los condimentos.
Mostrarse calmo, sereno, tierno; intenso a veces, por momentos irracional, algo salvaje, primitivo. Siempre amable.
Cocinar a fuego lento y progresivo, hasta la ebullición y el climax.

¡Buen apetito! Y recordar el proverbio alemán que dice “después de comer bien todo parece distinto”. ¡Siempre es aconsejable una buena sobremesa!
Su comensal, agradecida.