JULIA DEL PRADO


VAGA TRISTE

Pena tengo por el incienso con olor a sándalo y rosas rojas que pusiste en mi habitación. Se acabo. Murió. Y esa alma que no es propiamente la mía vaga triste por la casa. La veo caerse. Acudo a ella para levantarla, pero no,  no se puede. No se puede, solo en mi pupila ella surge ya en el acantilado norte que va justo a la mar. Corre, vuela. Que extraño. Ya son las 19 horas.