Héctor Cobas, Miramar, Argentina

BORGES Y EL INFINITO


En estos tiempos actuales, solo lo fantástico tiene

Probabilidades de ser cierto


Pierre Teilhard de Chardin


Siento inquietud y zozobra. Tomo un libro de Borges y me interno en la lectura del Aleph. En esos momentos no quiero ser crítico literario, ni analizar las estructuras de ningún lenguaje. Me sumerjo en el cuento. Junto con Borges, me instalo en el decimonoveno escalón de la escalera del oscuro sótano de la casa de la calle Garay, que gracias al sano recuerdo de la imaginación aún no fue demolida. Se me asegura que allí hay un Aleph. Desconcertado le pregunto a Borges qué significa un Aleph. Sonriente y parsimonioso me contesta que “el Aleph es un punto en el espacio que contiene todos los puntos”. Venga, me dice, vamos a recorrerlo juntos. Sin muchos protocolos me comenta que ese punto representa el infinito de otros infinitos que guarda consigo en un instante. Describir con palabras esa experiencia implica expresar en el lenguaje corriente la representación de una sucesión indefinida que se despliega en un tiempo finito. Pero lo que se ve realmente en ese punto es la totalidad de todas las cosas y de acontecimientos que sucedieron, suceden y que sucederán reflejados como en un espejo en un solo instante que podríamos denominarlo místico. Temeroso traté de acomodar mi ojo en la dirección que Borges me indicaba. Pero enceguecido por la desbordante luz que venía de ese pequeño círculo que había en la escalera y que mi ojo dolorido trataba de rechazar, no podía percibir las formas que Borges me había descrito. Todo era luz resplandeciente no atenuada por la necesaria oscuridad que permite ver a las cosas en su verdadera dimensión sensible. Me esforcé pero reconozco que fracasé en la experiencia. Entonces Borges sonriente me dijo, que para percibir las formas es necesario atemperar la luz con el ensamble del decir poético y el pensamiento especular. Y recalcó que ningún mundo se nos da gratuitamente, el Aleph se construye con esfuerzo y dedicación ¡Lo demás deséchelo! Busque su Aleph a través de los laberintos que nos propone la existencia y allí encontrará el infinito y tal vez la eternidad. De repente suena un timbre y sobresaltado me despierto. La figura de Borges se esfuma tras el despertar del sueño. Y su evocación se dirige a un punto que tal vez algún día se me permita llamarlo mi Aleph.