MARIO MARCELO CÁCERES


Mía quería estar cerca de Dios.

Las nubes empezaron a amontonarse como queriendo ocultar la única ventana al infinito. Se sentía triste.

No se bancaba el amor.

Siempre eligió mal.

Ayer, hoy y mañana, siempre.

Llovió.

Toda la noche llovió como si alguien llorara.

Mía se puso el impermeable, salió a la vereda, se sentó en la garita de esperar los colectivos y se quedó toda la noche ahí sola,

bueno...no tanto.