SARA CORDOVA, Ecuador

¿Desde qué sitio escribes? ¿Desde qué sitio escribes? desde la sangre estallándote en las manos, desde qué arteria escribes, desde qué nervio pulsátil, desde qué hueso, desde qué desangre del cuerpo, desde qué hipovolemia, desde qué goteo, desde qué niñez incurable, desde qué estigma.
¿Lo haces desde la llaga de tu costado o desde el abismo de tus ojos?
Perdona la temeridad de la pregunta, pero no es curiosidad, es solamente volcarme en un credo; cómo es la tristeza desde allí, se llama tristeza o de tanto ha mudado el nombre y se ha vuelto innombrable, dolor extenso, dolor ahogado, dolor en todas y en ninguna parte.
¿Desde qué sitio escribes? desde el reptil de veneno del dolor, desde el hematoma negro que te circula durante el insomnio.
Perdona la temeridad de la pregunta, se me ocurre que la única manera de acercarse a ti, es de puntillas o mejor aún de rodillas, a pedirte perdón por ser tan humana, tan de verdad, tan necia, tan solamente viva.
¿Desde dónde escribes? de cara a la muerte, de cara a una visión fantasmal, a tu propia visión fantasmal, niño en cuerpo de hombre, hombre en miedo de niño.
¿Desde dónde escribes, desde qué habitación de trampas, desde qué anaquel de torturas, arrastrándote de sexo por sobre qué piedras?
Perdona por tratar de hallar una explicación para lo divino. Perdóname que camine, que hable, que te pretenda y que no sepa hacerlo en silencio, que a veces olvide que eres sagrado y que solo se te puede hablar desde la intimidad de la plegaria.
Desde dónde escribes, ¿desde qué espejo roto?